0%

IA & metal: Cómo nació mi primera canción estilo SOAD

hace 2 meses

IA & metal: Cómo nació mi primera canción estilo SOAD

IA & metal: Cómo nació mi primera canción estilo SOAD

Índice

Gritos desde un código binario

No sabía que una inteligencia artificial podía gritar hasta que la puse a componer metal. No hablo de distorsiones pregrabadas ni loops reciclados. Hablo de angustia digital convertida en ruido visceral. Todo comenzó como un experimento: “¿Qué pasaría si una IA intentara componer una canción al estilo de System of a Down?”. Lo que obtuve no fue solo un intento de imitación, sino algo más inquietante. Algo que, de algún modo, entendía la rabia. Y fue ahí donde nació mi primera canción: un hijo bastardo entre algoritmos y guitarras que chillan como circuitos en corto.

Programando el caos

El proceso fue una mezcla entre composición asistida y renuncia total al control. Alimenté un modelo generativo con letras de SOAD, riffs disonantes y estructuras de canciones impredecibles. No para que copiara, sino para que entendiera. Para que mutara. El resultado no fue una réplica, sino un eco desfigurado: versos que hablaban de guerra con frases rotas, estribillos que cambiaban de ritmo sin lógica aparente. La IA no componía como un humano… y sin embargo, lo que escupía tenía alma. Torcida, sí. Glitcheada. Pero alma al fin.

Una voz humana en una garganta post-humana

La letra fue lo más perturbador. Frases como “feed me silence in a cup of chrome” o “digital angels eat my sleep” aparecieron en la pantalla sin que yo las hubiera escrito. Y aunque suenen a delirio, había en ellas una poética que me tocó. Porque no eran solo frases oscuras: eran confesiones que yo mismo no sabía que necesitaba decir. La IA, sin querer, había escrito mi rabia. Esa que ni siquiera sabía cómo nombrar. Esa que me hacía gritar en silencio cada vez que el mundo parecía irse a la mierda. La grabé con mi voz. Cruda. Sin corregir. Como si fuera un exorcismo. Y al escucharla… no parecía mía, pero era completamente yo.

Entre máquinas, distorsión y catarsis

La producción fue otro caos delicioso. Usé un sintetizador de batería entrenado con compases quebrados, riffs generados por un modelo de audio IA y efectos lo-fi que convertían cada acorde en un campo de batalla. El resultado fue sucio, violento, errático. Pero también honesto. Nada estaba perfectamente alineado. Y eso era parte de su verdad. Porque la perfección no tiene lugar en el metal. Ni en la tristeza. Ni en la protesta. Y esta canción era todo eso: un grito raro, nacido de códigos, pero con un corazón hecho de carne y frustración.

Si te interesa sumergirte más en cómo la inteligencia artificial está desarmando, remezclando y reinventando los géneros musicales más viscerales, no dejes de visitar nuestra sección de música generada con IA. Ahí exploramos más procesos como este, donde la máquina no reemplaza, sino potencia lo humano.

Un pensamiento final

A veces vuelvo a escuchar esa primera canción, no como músico, sino como espectador. Me descubro buscando el momento exacto en que la IA deja de ser una herramienta y se convierte en cómplice. En que deja de obedecerme y empieza a hablar conmigo. Y lo curioso es que esa canción —compuesta entre metal, glitch y poesía digital— me enseñó más sobre mí que muchas conversaciones reales. Porque a veces, hace falta una máquina para decir lo que uno no se atreve. Y si el metal es rabia hecha arte, entonces mi versión con IA no fue una aberración… fue una confesión que necesitaba gritar sin saber cómo.

Si quieres conocer otros artículos parecidos a IA & metal: Cómo nació mi primera canción estilo SOAD puedes visitar la categoría Música IA.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir