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Los finales más fumados de Persona 5 y por qué me obsesionan

hace 2 meses

Los finales más fumados de Persona 5

Los finales más fumados de Persona 5 y por qué me obsesionan

Índice

La delgada línea entre lo real y lo distorsionado

Hay juegos que te dejan pensando. Otros te dejan temblando. Y luego está Persona 5, que logra ambas cosas y después te mira desde el fondo del abismo, esperando a que regreses por más. No importa cuántas veces lo juegue, siempre termino obsesionado con los caminos alternativos, con las decisiones que no tomé, con esas posibilidades escondidas bajo capas de simbolismo, filosofía y psicodelia emocional. Pero sobre todo, hay algo que me persigue incluso después de apagar la consola: sus finales. Algunos completamente lógicos, otros absurdamente torcidos. Y unos cuantos, tan fumados que parecen salidos de un mal viaje, pero que —por alguna razón que no entiendo del todo— no puedo dejar de amar.

Cuando el Game Over se siente más auténtico que la victoria

Uno de los finales menos celebrados pero más perturbadores ocurre si decides traicionar a tus amigos durante el enfrentamiento con Sae Niijima. Elegir esa opción, esa rendición egoísta, no solo termina el juego antes de tiempo, sino que te arranca algo del alma. No es solo un "mal final". Es un espejo. Te pregunta quién eres realmente cuando estás solo, cuando nadie te observa. Y te obliga a aceptar que a veces, el camino más fácil no solo es el más oscuro, sino el más honesto. ¿Quién no ha querido, aunque sea en secreto, rendirse cuando todo se va al carajo? Persona 5 se atreve a darte esa salida, y a mostrarte cuán vacía es.

El final donde todos sonríen… pero tú no

El final “bueno” de Persona 5 es todo lo que esperarías de un JRPG cargado de estilo y justicia poética: los Phantom Thieves ganan, el mundo despierta, Joker regresa a casa con un dejo de nostalgia y la promesa de un futuro brillante. Todos felices. Y sin embargo, algo duele. Algo se siente postizo. Como si en el fondo, ese final fuera demasiado perfecto para ser verdad. La alegría se siente obligatoria, como esas despedidas que pretenden ser alegres pero esconden lágrimas contenidas. Es un cierre que encaja en la estructura narrativa… pero no en el alma de quienes realmente se hundieron en el corazón del Metaverso.

Royal y el giro de guión que nadie pidió pero todos necesitábamos

Entonces llegó Persona 5 Royal, y con él, el final que más me perturba hasta hoy: el ofrecimiento de Maruki. Te entrega un mundo sin dolor. Uno donde tus seres queridos están vivos, donde los traumas se desvanecen, donde todo está “bien”. ¿Y cuál es el precio? Abandonar la verdad. Renunciar a tu sufrimiento, sí, pero también a tu identidad. Este final no es un error de ruta ni una mala decisión: es una elección filosófica cruda y profundamente humana. Elegir ese mundo falso es una forma de aceptar que la realidad no siempre es suficiente. Y cada vez que lo veo, me pregunto cuántas veces yo también he preferido la mentira amable sobre la verdad insoportable.

Entre sombras, dioses y deseos

La narrativa de Persona 5 se construye sobre una pregunta esencial: ¿cuánto de nuestro mundo es realmente nuestro? ¿Cuánto ha sido moldeado por voluntades invisibles, por dioses disfrazados de estructuras sociales, por deseos colectivos que nunca cuestionamos? Por eso, los finales no son simples cierres, sino fracturas. Cada uno revela una dimensión distinta del alma humana, desde la desesperación hasta la redención. Incluso el final más “fumado” —ese donde literalmente aceptas una prisión mental como destino— tiene un peso simbólico brutal. Porque a veces es más fácil encerrarse en una ilusión que aceptar lo que hay afuera.

El loop eterno de las segundas oportunidades

Es curioso cómo un videojuego puede convertirse en una especie de psicoanálisis interactivo. Cada vez que regreso a Persona 5, lo hago con la intención de elegir distinto, de ver si ahora sí alcanzo un final que me deje en paz. Pero eso nunca pasa. Siempre hay una decisión que me duele más que la anterior. Siempre hay un final que me deja pensando en lo que podría haber sido. Y creo que esa es la magia del juego: que sus desenlaces no están diseñados para darte cierre, sino para abrirte heridas nuevas.

Si alguna vez has sentido esa obsesión por los múltiples caminos, quizás te interese profundizar en más historias que exploran la mente humana a través de narrativas complejas. En nuestra sección de videojuegos encontrarás más experiencias que no terminan cuando apagas el juego, sino que empiezan justo ahí.

Un pensamiento final

A veces me descubro pensando en Maruki mientras camino por la ciudad, como si su mundo alternativo estuviera solo a unos pasos de distancia. A veces escucho las notas de "Beneath the Mask" y siento que nunca dejé Tokio. Que sigo ahí, atrapado entre cafés, traiciones y máscaras rotas. Los finales de Persona 5 no son puertas que se cierran: son espejos que te siguen, reflejando partes tuyas que aún no entiendes. Y tal vez por eso sigo volviendo, una y otra vez, a ese lugar donde la realidad es tan frágil como un sueño, y los finales, más que respuestas, son nuevas preguntas disfrazadas de despedida.

Persona 5

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